WASHINGTON/ATENAS.- La crisis que estalló en Grecia puso en alerta no sólo a las autoridades de Atenas, sino también a los líderes de toda Europa, a Estados Unidos y hasta las lejanas regiones de Asia y de América latina.
En el último de los casos, relevantes para la Argentina y para sus países vecinos, al parecer la debacle griega no pegaría con fuerza. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la crisis en Grecia podría tener un impacto en Latinoamérica si los bancos españoles se ven afectados, pero calificó esa posibilidad de remota.
"La tenencia de bonos soberanos griegos o de otros países del Sur de Europa por parte de los bancos latinoamericanos es mínima. Es decir, no tenemos esa clase de contagio", dijo hace algunos días a la prensa el responsable del FMI para Latinoamérica, Nicolás Eyzaguirre.
"Ahora bien, uno podría pensar qué pasa si los diferenciales de la deuda soberana en el Sur de Europa aumentan y eso ejerce presión en los bancos que tienen una presencia en América latina", añadió el ex ministro de Finanzas chileno. "No se puede decir que eso no vaya a suceder", apuntó. Aun así, insistió en que los bancos españoles, que tienen una fuerte presencia en América latina, están muy bien gestionados, tienen en general su propia base de capital en la región, se financian con depósitos domésticos y son muy rentables. "O sea que no es muy probable que los bancos españoles tengan problemas de fondos porque son muy sólidos", explicó el directivo del FMI.

En un profundo pozo
Grecia está mal. En eso coinciden todos. Las propias autoridades griegas solicitaron la activación del paquete de ayuda de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) de manera urgente, que podría rondar los 45.000 millones de dólares, ante la presión de los mercados.
El país mediterráneo tiene que pagar 8.500 millones de euros (unos U$S 11.000 millones) en intereses de su deuda el 19 de mayo, por lo que necesita dinero a corto plazo. Los Gobiernos de la zona euro se han comprometido a extenderle créditos por 30.000 millones de euros en el primer año de vigencia del programa, pero muchos de ellos requieren de la aprobación de las Legislaturas antes de desembolsar el dinero.
El FMI, por su parte, se ha comprometido a actuar con celeridad para poner a disposición de Grecia la línea crediticia solicitada por el país, que podría oscilar entre los U$S 10.000 y los U$S 15.000 millones. Además, España, Irlanda y Portugal tienen también elevados déficit fiscales, lo que ha hecho surgir el temor a un posible contagio a esos países y aumentado los diferenciales de sus bonos frente al bono de referencia alemán.

El euro, entre algodones
En el marco de la crisis griega, los inversores globales están cuestionando la conveniencia de aferrarse al euro, debido a que la creciente crisis financiera en Europa los obliga a buscar otros mercados de divisas alternativos. Los 16 países de la zona euro están atravesando su peor crisis desde que la moneda común europea fue lanzada hace alrededor de una década. Están emergiendo señales de que la deuda que está afectando a Grecia se está expandiendo a otros países miembro y que otras monedas, como el dólar de Singapur, están emergiendo como posibles alternativas seguras al euro.
"El euro está siendo sometido a cierta presión por un tiempo", dijo Ian Stannard, un analista de divisas del banco BNP Paribas en Londres.  "A largo plazo, para Europa, la perspectiva es muy negativa para el euro", dijo Stannard, agregando que cualquier recuperación de la cotización de la moneda probablemente tendrá vida corta.
El euro está perdiendo fuerza en comparación con una variedad de divisas y está "muy, muy volátil", indicó Callum Henderson, director mundial de investigación de monedas extranjeras en el banco Standard Chartered.
"La razón en parte es Grecia, pero también hay preocupación por España y Portugal", añadió. En esa amenaza de contagio, mezclada con preocupación por las instituciones que apuntalan el euro, se basan los sombríos pronósticos para la moneda común europea. (DPA-Reuters-AFP-NA)